Madre de la Iglesia
(Juan Pablo II)
Oh Virgen santísima,
madre de Cristo
y madre de la Iglesia,
con alegría y admiración
nos unimos a tu Magníficat,
a tu canto de amor agradecido.
Tú que has sido,
con humildad y magnanimidad,
«la esclava del Señor»,
danos tu misma disponibilidad
para el servicio de Dios
y para la salvación del mundo.
En tu corazón de madre
están siempre presentes
los muchos peligros
y los muchos males
que aplastan a los hombres
y mujeres de nuestro tiempo.
Pero también están presentes
tantas iniciativas de bien,
las grandes aspiraciones a
los valores, los progresos realizados
en el producir
frutos abundantes de salvación.
Virgen valiente inspira en nosotros
fortaleza de ánimo
y confianza en Dios,
para que sepamos superar todos
los obstáculos que encontremos
en el cumplimiento de nuestra misión.
Virgen madre,
guíanos y sosténnos
para que vivamos siempre
como auténticos hijos e hijas
de la Iglesia de tu Hijo y
podamos contribuir a establecer
sobre la tierra
la civilización de la verdad
y del amor,
según el deseo de Dios
y para su gloria.
Amén.
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